A continuación se explican los pasos uno a uno:
- Asegurarnos de que el aluno desea realmente hacer un cambio positivo en cuanto a la ortografía. si no está motivado, todo lo que hagamos será inútil. Es mejor esperar.
- Averiguar cuál es la posición (arriba a la derecha o arriba a la izquierda) que adopta cuando recuerda imágenes. Por ejemplo, podemos preguntarle: «Describe tu habitación; dime cuántas ventanas hay en tu casa; etc.». Veremos que, para acceder a sus recuerdos visuales, dirige, al menos inicialmente, los ojos hacia un lugar determinado: en ese punto tiene su pantalla mágica ortográfica: allí debe situarse las palabras para mirarlas y deletrearlas y trabajar con ellas.
- Explicarle que es más fácil recordar imágenes si se sitúan los ojos en tal dirección. Es como si en ese lugar tuviésemos una pantalla mágica donde proyectamos las imágenes que recordamos.
- Le mostramos una palabra de pocas letras (empezamos con dos letras) y le pedimos que la recuerde en su pantalla mágica.
- Le pedimos que la escriba en el aire con los dedos índice y medio.
- A continuación, que la escriba de nuevo con la punta de la nariz. Podemos sugerirle que proyecte la palabra en la pantalla mágica usando su color preferido.
- Posteriormente, con la misma palabra le hacemos dos o tres preguntas sobre las letras que la componen comprobando que mientras nos contesta está mirando hacia su pantalla mágica, es decir, que está viendo la imagen de la palabra. Si el alumno perdiese la imagen, se la volveríamos a enseñar hasta que la supiese y pudiese ponerla en la pantalla mágica.
- Cuando ha realizado este proceso correctamente con la primera palabra, le enseñamos otra palabra y repetimos los pasos. Si las palabras de dos letras son tan sencillas que nuestro alumno puede contestarnos correctamente sin tener la mirada fija en su pantalla mágica, le mostraremos una palabra de tres letras, o de cuatro, o de cinco o más, hasta que se vea forzado a mirar a su pantalla mágica continuamente para consultar la palabra. Naturalmente, no debemos excedernos con palabras demasiado largas; por ello, lo mejor es ir mostrando palabras cada vez más largas hasta que la dificultad sea suficiente como para obligar a mantener los ojos en la dirección de los recuerdos visuales, pero lo bastante corta como para que pueda recordarla sin perderla continuamente.
Cuando después de hacer este proceso con unas pocas palabras (cinco o seis) comprobaremos que, inconscientemente y sin necesidad de nuestro aviso, nuestro alumno acude a su pantalla mágica a consultar las palabras para responder a nuestras preguntas podemos considerar que hemos conseguido nuestro objetivo: enseñar que las palabras deben verse antes de escribirse.
Antes de terminar le daremos unos deberes para que la estrategia recién aprendida se consolide. Le pediremos que a lo largo del día se fije en una docena de palabras, que las ponga en su pantalla y las deletree de la forma que hemos enseñado: primero al revés y luego desde el principio. Debe hacerse este trabajo durante, al menos, una semana.
Al cabo de unos días podemos preguntarle en un momento cualquiera cómo se escribe una palabra determinada y nos fijaremos si sus ojos se han dirigido inmediatamente a su pantalla mágica. En caso afirmativo, podemos dar la estrategia por instalada; en caso negativo, habrá que volver a iniciar el proceso.
Una vez que el alumno domina la estrategia de forma inconsciente irá incrementando lentamente su vocabulario personal y sus faltas empezarán a disminuir. Deberemos, sin embargo, dale tiempo. Dominar la estrategia es tener un cesto preparado para llenarlo de palabras, pero debemos ser conscientes de que, al inicio, el cesto está completamente vacío. Por tanto ofrecerle espacios de estudio, de trabajo ortográfico con lecturas, vocabulario personal, dictados preparados, etc. será fundamental.
BIBILIOGRAFÍA
Gabarró, D. y Puigarnau, C. «Buena ortografía sin esfuerzo con PNL. Propuesta metodológica para docentes».